La Belleza de lo Cotidiano. El motor de lo que hago

Descubrir lo que te apasiona puede llegar en cualquier momento. Cuando empecé mi viaje en la fotografía tuve claro que quería aproximarme a las personas desde esa autenticidad, mostrándoles lo extraordinarios que eran sus momentos cotidianos. Descubrir vínculos es mi motor
Descubrir lo que te apasiona puede llegar en cualquier momento. Trabajar para poder convertirlo en tu modo de vida es algo que, en mi caso, solo empecé a hacer cuando vi en la fotografía mi energía incombustible, algo de lo que no me cansaba de hablar, descubrir y que, haciéndolo, me sentía feliz.

Cuando haces algo con pasión es difícil que tu mente te boicotee.

Por supuesto, lo intenta porque tendemos a mirar hacia afuera, no con la idea de nutrirnos, sino con la idea de comparar desde la competencia y no desde la sinergia o la co-creación.

Esa mirada puede empobrecernos porque instala en nosotros la frustración, el abatimiento y la soledad.

Siempre pensé (o tuve la intuición) que en algún momento tendría una idea brillante, un destello como los de los grandes genios o personas de renombre, que dan un giro de 180 grados a nuestra vida. Sin embargo, la mejor idea no vino de mirar hacia arriba y hacia fuera, sino de mirar dentro y cerca. Y es que muchas veces son las pequeñas cosas que nos rodean las que encierran el mayor misterio, el descubrimiento más esperado o la felicidad.

Las personas nos relacionamos en nuestro día a día con muchísima gente (la pandemia lo redujo significativamente, pero, aún así, fijaos la cantidad de interacciones que llegamos a hacer de manera digital); lo podemos hacer desde roles inventados o impuestos, desde la necesidad o desde la autenticidad.

Si te fijas, es muy fácil detectar cómo se van tejiendo esas relaciones. La mayoría son hilos finos que cualquier temblor, giro o movimiento desgarra. Sin embargo, aquellas relaciones que son tejidas desde la autenticidad, la sinceridad y el amor son vínculos, no solo duraderos, sino que crecen con fuerza.

Fue algo que llevaba observando sin ver desde hacía mucho tiempo, pero a lo que puse nombre al convertirme en madre. 

La tribu de la que nos rodeamos para sostenernos, nuestros hijes, la pareja que pone su base en la comunicación, los telares de la experiencia de nuestras madres… Todos esos vínculos no se crean de hechos extraordinarios, sino que se tejen desde los actos más cotidianos, aquellos que repetimos hasta la saciedad, pensando que serán eternos, pero que van caducando, transformándose y pivotando hacia otros lugares.

Familia disfrutando de juego libre en el parque de siempre. La belleza de lo cotidiano ©EvaGascon

Ponerme detrás de la cámara para poder capturar esos momentos me ha regalado grandes aprendizajes al seguir el viaje de ese vínculo, y sus ramificaciones.

Cuando empecé mi viaje laboral tuve claro que quería aproximarme a las personas desde esa autenticidad, mostrándoles lo extraordinarios que eran sus momentos cotidianos; y es que nunca tenemos un espejo para vernos en esos instantes en los que nos sentamos a cenar en familia o con amigos, cuando ayudamos en las tareas a nuestros pequeños o a montar en bici, cocinamos juntos o jugamos en el baño.

Madre e hija dando vueltas en un bosque al atardecer ©EvaGascon

El inicio de la vida

Empezar por la fotografía de parto fue sin duda un acierto, por lo imposible de “endulzar” este momento con poses, escenarios o montajes. Pero continuar con la vorágine del postparto en casa, los pijamas, las comidas improvisadas, los juegos y cuidados concentrados en la cama de matrimonio o la actividad de la contemplación pura y dura del binomio bebé-padres fue lo que me confirmó que, cuanto más auténtico es el recuerdo, más fijado se queda en nuestra consciencia la unicidad de ese momento que resultó tan intenso, pero a la vez tan fugaz.

Pareja en dilatación antes del parto ©EvaGascon

Pasado el oropel de la boda o el compromiso, ¿Cómo continúa esa pareja? ¿Qué les mueve a mirarse a los ojos y sentir ese fuego? Ciertamente, no son las flores que llegan cada día a casa o las joyas que se regalan cada cierto tiempo.

Son los pequeños detalles cotidianos, como traerte el helado de tu sabor favorito, acercarte la manta para taparte en el sofá, abrazarte, cocinar algo en el momento que más cansada estabas o planificar juntos ese viaje de ensueño. Puede que no pasaran la inspección de una lupa milimétrica, pero sabemos que hay acciones pequeñas que pueden significar un mundo para el que las recibe. Cultivar esas pequeñas cosas son las que refuerzan el vínculo, y son mi motor para seguir utilizando la fotografía para mostrar la belleza de ese hilo invisible.

¿Qué alimenta tu pasión, tu marca?

Hace unos años empecé a pivotar mi fotografía hacia el mundo de la empresa y el emprendimiento. Me sentía cerca de esos emprendedores que también ponían pasión a su proyecto y trabajaban para sacarlo adelante. Todos hemos pasado por esa montaña rusa en la que vas desde la exaltación máxima de conectar con un cliente, hasta el fondo más profundo cuando nos sobreviene una situación inesperada, no deseada o el bloqueo.

Veía a personas maravillosas dedicar un tiempo a un producto que vendían con mimo, pero lo que no llegaba a ver era dónde estaba la esencia del producto, dónde estaban las manos o la mente de su creador o creadora y, por lo tanto, cualquier cosa medianamente parecida rompía esa conexión y derivaba la atención hacia otro lado.

Cuando creamos algo, cuando nosotros somos el producto, es vital cultivar el vínculo con nuestro cliente, con esa persona que recibe tu saber hacer. Pero tanto o más importante es mantener vivo ese porqué que nos llevó a lanzarnos a esa piscina y calarnos hasta los huesos. Es importante que no solo reciba lo que vendes, sino que, atado en ese lazo rojo, se encuentre también tu pasión, tu visión, tu esfuerzo y todo el proceso que le ha llevado a crear esa pieza, ese intangible para ti.

Branding de marca ©Evagascon

Disfrutar del camino, aunque haya que sortear piedras, es la manera de conectar de principio a fin con tu propósito y con tu cliente. Es por ello por lo que, como contadora de historias de pequeñas-grandes cosas, me encanta sacar a la luz lo que a otras personas les parece que es un simple proceso; como ese sendero por donde discurre la pasión del creador para llegar a la puerta de tu casa o a la bandeja de tu email.

Porque la felicidad en el trabajo tiene que estar en disfrutar del ahora de cada pequeño proceso que emprendas, cada solicitud que recibas e incluso de cada rechazo, porque te estará ayudando a crecer o luchar más fuerte por lo que te motiva.

Y por eso es tan importante poner en valor de dónde partes y tu misión en tu proyecto.

La fotografía una terapia

Para mí, fotografiar es ponerme en un estado en el que la manera que tengo de percibir las cosas es conectando corazón y ojo.

Cuando entro en casa de una familia, por la puerta de un hospital, de un negocio o me encierro en una habitación para ver a una persona en su esencia, mi mente no tiene cabida ya en ese espacio. Es en realidad un acto de meditación, de absoluta concentración en el momento. 

¿Qué nos ha llevado a estar allí? ¿Por qué queremos fotografiarlo? La respuesta a la primera suele ser fácil: la necesidad de contar nuestra historia en este instante preciso. Pero por qué fotografiarlo también tiene una respuesta sencilla: ese momento jamás va a repetirse y queremos mantenerlo congelado para poder volver a él y que sirva de anclaje para seguir creciendo.

Ese es verdaderamente el poder de una fotografía: congelar un momento. Si lo haces bien, será un momento auténtico, un instante donde poder ver esa conexión, esa pasión, esa chispa que es inicio para tantas cosas.

Conexión en la mirada entre madre e hija ©EvaGascon

Muchas veces buscamos la felicidad en escenas idílicas, en momentos especiales, sin darnos cuenta de que la vida es lo que ocurre mientras hacemos grandes planes. Que un abrazo, un beso o dar las gracias puede ser la balanza que haga que un día haya merecido la pena. 

Si entiendes que estamos en constante evolución, pero que cada pequeña cosa tiene un valor para ti y para el que se encuentra contigo o recibe el fruto de ese proceso, serás consciente de que hacer las cosas desde el amor y la autenticidad es la mejor manera de recompensar todos nuestros esfuerzos.

Somos polvo de estrellas y, como tales, dejamos una estela con un brillo único que merece ser recordado.

****Estas fotografías ilustraron un artículo de Elisa Molina para la publicación del libro WORK STAR de la editorial Moii Revolution bajo la temática «Cómo cultivar tu vida laboral desde el amor para ser más rica y feliz»

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