Este veranillo de San Miguel hace que no me pueda quitar de la cabeza muchas de las sesiones que hice en verano, y lo maravilloso de pasar calor, tener momentos de auténtico relax y disfrute.
Pero sin duda hay una sesión que me transporta directamente a esa slowlife que deberíamos practicar más a menudo. Todo fue gracias a Ángela que, un año más, confió en mi para descubrir nuevos vínculos en la familia.
Pues si, estamos a punto de conocer a un nuevo miembro varón en la Familia PequeBoom y la pequeña Daniela poco a poco va dejando su fase de bebé para convertirse en una auténtica hermana mayor.
Con sus dos añazos recién cumplidos Ángela me invitó al retiro veraniego en el pueblito donde todo sabe mejor, la vida se vive paso a paso y los niños se asilvestran de lo lindo.
La idea era hacer una sesión de embarazo en la que Daniela besaría con pasión la pancita y proclamaría su amor a los cuatro vientos, pero no os engañeis, no todos los grandes hermanos mayores estuvieron preparados desde los inicios y muchos necesitan ver para creer. Así que nos dedicamos a no perder a Daniela como la protagonista y contar un pedacito de la historia de su verano, ese en el que mamá ganó un poco de peso pero no por ello dejaba de querernos hasta la luna y vuelta.
Esta no es una casa de pueblo cualquiera, es una casa construida con amor, con ilusión y con muchos rincones donde siempre hay algo bueno cociéndose. Una casa que invita a esa slowlife, ojo y que nadie se equivoque, hay trabajo para aburrir, pero teniendo un director de ceremonias como EL abuelo y una pequeñaja que se maneja igual de bien entre asfalto o entre tomates los momentos tiernos están asegurados
Creo que una de las cosas más importantes que le podemos transmitir a nuestros hijos es nuestra historia familiar, todas esas tradiciones, acontecimientos. Contarles como fuimos, las personas importantes que nos marcaron y que hoy ya no nos acompañan caminando junto a nosotros pero sin en nuestro corazón… por eso entenderéis mi emoción cuando vi un árbol genealógico dominando uno de los murales de la casa.
Daniela sabrá que está y estará rodeada de grandes mujeres hoy y siempre.
Una forma de integrar la tripa y a los niños más reticentes es la pintura, una forma de expresión que suele encantar sobre todo por la posibilidad de pringarse jejejeje
Daniela encantada y nosotras de ver cómo pintaba a su hermanito
Después de un cambio necesario y coger fuerzas…
Seguimos disfrutando entre gallinas, con papá, con mamá y simplemente de todo lo que nos rodea
Espero que el frenetismo de la vuelta al cole, rutinas, uniformes, atardeceres más tempranos, amaneceres obligados….empiece a suavizarse y octubre os traiga mucha de esa calma buena que repone pilas y saca una sonrisa.
¿Os apuntáis a momentitos de slowlife?
Qué reportaje más bonito! Están todos guapisimos!!! Ángela está estupenda y Daniela es una muñeca! Las fotos, como siempre, una delicia! Gracias por compartir estos momentos slowlife
Gracias a ti Ely por pasarte y por tus palabras. La verdad que estos chicos son muy fotografiables y el entorno una pasada 😉